Entre toda esa niebla generada por ese no sé qué , sintió que su cabeza no se detuvo ni por un instante. Se preguntó, se rió, citó frases y no se acordó de muchas otras. La sensación de una cabeza imparable llena de verborragia y cosas para decir, la hizo sentir mareada. Se escuchó a si misma por un rato largo, pensando, pensando qué decir, cómo. Trataba de llevar su cabeza a otro lado y volvía a caer en lo mismo.
Justo en ese momento, entre tantas palabras no dichas del todo, sonó el teléfono.
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viernes
martes
Luz
Se pasó el lunes, el martes, el miércoles, esperando. De repente, una lucecita se prendió entre tanta oscuridad. Ella la siguió y como si tirara de un hilito que no sabe bien de dónde salió, siguió la lucecita. Decidió no superar la apuesta, no redoblarla. Mantenerse al nivel de la lucecita, no girar la perilla que define la intensidad de la luz. Le tiró entonces una luz igual a la que había recibido. El mensaje tardó en responderse. Minutos después, la lucecita se hizo farol y ella se quedó pasmada, mirando el celular, tratando de entender.
No entendió. O sí, pero se negó aquella posibilidad.
Respondió con un farol. Otra vez la misma consigna: no sobrepasarse. Ni más, para que no piense que es una descocada, ni menos, no vaya a creer que no tiene interés.
No recibió nada.
Y horas más tarde, confirmó lo más temido: la lucecita que después se hizo faro, había llegado por equivocación y se apagó tan rápido como apareció. Otra vez oscuridad.
Ese día compró velas, linternas y muchos encendedores.
No entendió. O sí, pero se negó aquella posibilidad.
Respondió con un farol. Otra vez la misma consigna: no sobrepasarse. Ni más, para que no piense que es una descocada, ni menos, no vaya a creer que no tiene interés.
No recibió nada.
Y horas más tarde, confirmó lo más temido: la lucecita que después se hizo faro, había llegado por equivocación y se apagó tan rápido como apareció. Otra vez oscuridad.
Ese día compró velas, linternas y muchos encendedores.
viernes
Nuevas amistades
"Pepe papa, tu cuñado, como andan?" fue toda la respuesta. Miraron la pantalla y eso era lo que decía. Las dos habían visto lo mismo, estaba muy claro y sin ningun tipo de dudas, era un número de teléfono y estaba escrito arriba de la mesa. Era muy tentador hacer algo al respecto. Enviaron un mensajito y habían recibido respuesta. Sin saberlo, se habían hecho un nuevo amigo.
martes
jueves
Es un arma de destrucción masiva
Nos encontrabamos en un lugar pacífico y muy onda relax. Ya había logrado olvidarme de todo lo malo que tiene la ciudad y hasta me estaba acostumbrando a convivir con seres vivos distintos a mi (leáse caballos, lagartijas y tábanos). Lo que más me gustaba era que el celular me había dejado tranquila. Ya podía imaginarme viviendo sin él, sin tanta dependencia.
Salí al balcón junto a él y un par más de cosas en las manos. Ya había elaborado todo mi plan la noche anterior, pero no le conté nada a mi compañera de viaje, podía tomarme de demente. Simulando ser muy torpe y atolondrada, dejé caer el aparato desde el primer piso. Sisi, de verdad: lo tiré. El celular cayó, rebotó en las piedras y rodó algunos metros. Ya pensando que el aparato estaba más que perdido, y, demás está decirlo, fantaseando en el alivio que iba a tener al librarme de él, bajé a buscar los restos del difunto celular. Cuando llegué abajo, EL CELULAR NO SE HABÍA HECHO NI UN RASPÓN y andaba lo más bien.
Estoy convencida que algún tipo de poder tienen los celulares, su misión secreta es cagarnos la tranquilidad.
PD: esto sucedió de verdad
Salí al balcón junto a él y un par más de cosas en las manos. Ya había elaborado todo mi plan la noche anterior, pero no le conté nada a mi compañera de viaje, podía tomarme de demente. Simulando ser muy torpe y atolondrada, dejé caer el aparato desde el primer piso. Sisi, de verdad: lo tiré. El celular cayó, rebotó en las piedras y rodó algunos metros. Ya pensando que el aparato estaba más que perdido, y, demás está decirlo, fantaseando en el alivio que iba a tener al librarme de él, bajé a buscar los restos del difunto celular. Cuando llegué abajo, EL CELULAR NO SE HABÍA HECHO NI UN RASPÓN y andaba lo más bien.
Estoy convencida que algún tipo de poder tienen los celulares, su misión secreta es cagarnos la tranquilidad.
PD: esto sucedió de verdad
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