viernes

Cuestión de fraternidad

Entre toda esa niebla generada por ese no sé qué , sintió que su cabeza no se detuvo ni por un instante. Se preguntó, se rió, citó frases y no se acordó de muchas otras. La sensación de una cabeza imparable llena de verborragia y cosas para decir, la hizo sentir mareada. Se escuchó a si misma por un rato largo, pensando, pensando qué decir, cómo. Trataba de llevar su cabeza a otro lado y volvía a caer en lo mismo.
Justo en ese momento, entre tantas palabras no dichas del todo, sonó el teléfono.

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