miércoles

Las últimas dos horas

La decisión no fue difícil de tomar, costó unos segundos nomás. Teníamos los bombones ahí, enfrente de nosotras, como decir que no. Así que pasamos de largo, nunca llegamos al aula.
Al pasar por los pasillos de los años inferiores, las aulas nos parecieron extremadamente chiquitas, nos recordamos a nosotras ahí sentadas copiando el pizarrón y esuchando a la Riojana hablar del cultivo de la yerba mate.
Bajar la escalera fue muchísimo más fácil que subirla y sin darnos cuenta ya estábamos atravesando el hall de la manera más disimulada que podíamos, tratando de que Jorge no nos viera. Y lo que pasó después fue inevitable la hora se pasó volando, mucho más que si hubiésemos estado hablando del capítulo l y ll de La Ciudad y Los Perros.
Cuando volvimos a buscar nuestras cosas, una vez que Acera dejara el aula, rezamos porque no se haya olvidado algo y vuelva y nos vea, nosotras, no, dónde estaban?, nosotras profesor, en el aula, bueno, en realidad no..

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Anónimo dijo...

:O