Ida y vuelta

Generalmente, uno se sube, toca el botón y espera. Espera llegar a planta baja, espera que se abra la puerta y salir.
Nada de esto sucedió, se quedaron entre el 2 y el 1, justo en el medio. Al principio ni se dieron cuenta, pensaban que todavía estaban en movimiento, pero no, no se movía ni un pelito.
¿Qué se hace en estos casos? Uno, o se vuelve loco o espera a que alguien se de cuenta. Y eso hicieron. Pegaron con un pedacito cinta scotch el dedo al botón de alarma y esperaron pacientemente.
Cuando ya habían pasado más de veinte minutos una de las dos comenzó a preocuparse. "Y si nos quedamos acá hasta mañana?" "Bueno, no pasa nada, el portero del edificio se dará cuenta a eso de las seis y media, siete de la mañana, y nos saca!", respondió la otra como un consuelo poco efectivo.
De repente escucharon un ruido del otro lado de la puerta. "Hola?", se escuchó. "Hola sí, nos quedamos encerradas, por favor ayudanos!". Afortunadamente, pocos minutos después lograron salir, sanas y salvas.
Recuerde señor lector, no es tarea tan sencilla ir al kiosko en la mitad de la noche. Puede llevarle más de lo esperado, bastante más.