jueves

Miedo

Y en el viaje de vuelta en colectivo, me replanteo una y otra vez la misma, corta, maldita, sincera, frase: ¡ Qué lindo tenés el pelo! Pero por qué dije eso? No debía decirle nada a él, quedarme callada, saludarlo y listo, nada de festejarle los cabellos o la remera nueva. Qué hablás?
Las primeras 4 cuadras del viaje, simplemente me castigué. Me imaginé después las posibles conversaciones sobre mi, sobre mi inútil y desajustado comentario y sobre cómo, me iba partiendo en ínfimos pedacitos imposibles de volver a juntar.
Las cuadras siguientes me reí. No a carcajadas porque ya era suficiente con haber hecho el ridículo una vez esta mañana, no quería medio colectivo mirándome reir, sola.
Antes de bajarme pensé que quizás el comentario no se había escuchado, lo había dicho tan bajito, porque a medida que lo decía me arrepentía, que se había perdido en el viento y el ruido de los autos.
Ojalá, pensé más tarde.

1 personas ya largaron:

Anónimo dijo...

No me canso de repetirlo, viajar en transporte público es una timba amorosa.