sábado

Un momento (por favor)

Las risas no nos dejaban hablar. Se apoderaron de nosotras así como si nada, llegaron sin pedir permiso, por favor. Con el billete de diez pesos en la mano me dijiste que no lo podías creer, lo agitabas y la risa salía a gritos; yo tampoco lo comprendí, tardé unos minutos en entender. Será que habrá cambiado, que tuvo un buen día. No sé qué le pasó, pero cambió.

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