jueves

37

Ha estado esperando el colectivo por unos interminables 20 minutos, tan distintos a los 20 minutos de besos apurados que se le pasan volando siempre. Por fin, lejos en la avenida, divisa el número 37, mete la mano en el bolsillo del pantalón, toma las monedas y levanta el brazo izquierdo dos cuadras antes de que el colectivo llegue por temor a que no le pare.

Una vez arriba, no puede evitar mirar a los otros pasajeros y la elección del asiento es nula, porque hay uno sólo vacío y ni siquiera junto a la ventana.

Se sienta. A su lado, un hombre vestido de colores oscuros y mirada perdida ni se percata de su presencia y ella, no puede evitar rondarlo con los ojos, hasta que se detiene en sus manos que sostienen un libro, la biblia.

Ella nunca creyó en nada, así que la lectura de su compañero no le llama demasiado la atención. Sus ojos siguen moviéndose dentro del colectivo y llegan a los de un chico que rápidamente esquiva su mirada. Algo encorvado hacia delante, ahora con los ojos clavados en sus textos y ella, muriéndose por saber qué lee. Rayuela sabría más tarde cuando al cerrarlo, el muchacho dejara al descubierto su título.

3 personas ya largaron:

Vivalapepa dijo...

Hola maita! Pase y me gusto.

Un beso!

Pepa

Aprendiz de borrachín dijo...

Buenisimo. Leer Rayuela en el bondi.. yo siempre que viajo en Capital voy re loco. Me rio, canto y escribo.

Uh, es lo mismo que hago aca pero caminando.

Franco Mar dijo...

Copado che... por ahí el otro llevaba, por pesada nomás, la Biblia, para trancar la puerta y era un tipo re piola.

suert che van a favoritos!