martes

Decisión

Y ahí estábamos, en el balcón con el ruido de la calle y la guitarra envolviéndonos cuando decidimos escapar. Tomar el tren, el primero que encontráramos y ver pasar las calles, los edificios a una velocidad imposible de caminar. En una hoja escribimos las cosas que íbamos a necesitar para el escape, las contamos todas por tres (para no olvidar nada) y una vez listas salimos a la calle.
Afuera, el viento había cesado y nos pareció extraño, caminamos sin detenernos hasta llegar a la parada de colectivo. De pronto, las nubes cubrieron el cielo, nos miramos con cierta complicidad y no lo pensamos dos veces, mcorrimos. Corrimos sin dirección y soltamos los brazos dejando caer lo que llevábamos en las manos. El estruendo que las cosas hicieron al caer al piso, hizo que algunos vecinos se dieran vuelta a mirar, no nos importó, seguimos corriendo. Y cuando habíamos perdido el aliento el agua nos lo devolvió. Nos empapamos y seguimos corriendo.

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